La visión patriarcal establece una jerarquía en la cadena del género y la sexualidad para el equilibrio de la hetero sexualidad y los roles de género, concretamente en los roles de conducta de las relaciones afectivas y sexuales. En la jungla que supone hoy adentrarse en las relaciones con el género masculino, colectivo al cual se le imputa la concordancia de todos los delitos sexuales.
El paradigma de la norma heterosexual arroja a los márgenes todo lo que no converja con el estereotipo impuesto por el machismo patriarcal. Por lo tanto tenemos un liderazgo en esa cadena, desde un plano violento, donde lo explícito empieza a ser condenado, gracias en parte por la lucha feminista, sin embargo lo implícito, como por ejemplo los mitos del amor romántico, en los que comprobamos la reproducción sistemática de comportamientos pretéritos del macho y la hembra aún se perpetúan
Todos aquellos sujetos sociales que huyen de la omnisciencia de que la sociosfera, desde el plano afectivo sexual y niegan la diversidad como esencia del equilibrio social, son presos de una sociedad enferma.
Ahora bien, el error del patriarcado es considerar que toda la sociosfera o antropósfera social le pertenece sin control, que puede extender mono cultivos de conductas humanas respecto al trato social, arrasando la diversidad, elementos fundamentales para la vida.
Tenemos la obligación como sociedad, de reconstruir el sistema social, desde la perspectiva de género, sexual y afectiva. Reconociendo las diferentes confluencias de marginalidad, tomaremos conciencia de que la lucha debe ser desde un frente unitario, estimulando la concurrencia de todos los agentes y sujetos sociales, en post de un constructo social integrador y sobre todo inclusivo.
Desde la cooperación y la concordia y contra la disección por capas sociales y de orientación sexual, pero eludiendo ideales absolutos que nos separen.
Igualdad de oportunidades y condiciones
Para ello, se antoja imprescindible utilizar ciertas habilidades de lucha, que fruto de la represión del patriarcado, desde la óptica capitalista, hemos deshechado en el olvido.
Establecer la base de la lucha por el reconocimiento de los derechos fundamentales como la orientación sexual, la autodeterminación de la propia identidad de género, la recuperación de la diversidad de género frente al binarismo sobre todo, a partir de la interseccionalidad en el feminismo.
La lectura de esa narrativa de lucha debe someterse a la reflexión en un espacio ensanchado por la comprensión y el amor. La lectura mediocre de la sexualidad y el género, a través del concepto biológico ha colapsado, en el mismo momento en el que sujetos apartados a los márgenes de la sociedad, han conquistado por derecho propio, el espacio social que les corresponde.
El capitalismo, a través de mecanismos de represión violenta, hace que pongamos el foco de atención en la carencia, velando y acaparando la abundancia.
Hace tiempo que ya no hay donde huir, es más, nunca deberíamos haber huido de la evolución social.